Todas las civilizaciones y sociedades de la Tierra han disfrutado de una serie de criaturas míticas, muchas de las cuales adoptan la forma de monstruos aterradores. Ya sea diseñados para asustar o entretener a los niños, para impartir una importante lección moral de advertencia a través de la metáfora y la alegoría, o fabricados a partir del miedo genuino, los nativos americanos no son una excepción a este fenómeno cultural universal.
Aquí tienes 18 monstruos que aterrorizaron a los nativos americanos y que no te dejarán dormir por la noche:
Un antiguo miembro de la tribu maldito, el Cabeza Voladora busca venganza por los asesinatos de los ancianos
El Cabeza Voladora (también conocido como Cabezón o Daqqanoenyent) es un monstruo caníbal perteneciente a las mitologías de los pueblos iroqueses y wyandot de Norteamérica, que aparece como antagonista en numerosas historias y leyendas.
Según el folclore nativo, durante un invierno especialmente riguroso anterior a la llegada de los europeos, una tribu desconocida del estado de Nueva York sufría una hambruna. Los hombres jóvenes deseaban trasladar la tribu al otro lado de un gran lago para buscar nuevas oportunidades, mientras que los más viejos, creyendo que la hambruna era un castigo de los espíritus por sus crímenes, deseaban quedarse y aguantar. Enfurecidos por la terquedad de los ancianos, los jóvenes los mataron, decapitando los cuerpos y arrojando sus cabezas al lago. Sin embargo, uno de los jóvenes implicados en la masacre se enredó en el montón de cabezas, cayendo al lago y ahogándose. Del lago surgió una cabeza gigante, más alta que un hombre, recubierta de un espeso pelo negro, que poseía alas y garras, y que perseguiría y acecharía perpetuamente a la tribu.
Después de destruir a los responsables de los asesinatos, la Cabeza Voladora comenzó a aterrorizar a otras tribus durante las cuales los iroqueses se enfrentaron al demonio. Tras ser acosados durante muchos años por el monstruo, incluyendo un famoso cuento popular en el que los perros de un joven cazador ongwehonwe se sacrificaron para salvar a su amo de la bestia, una mujer que asaba bellotas fue visitada por la criatura. Creyendo que estaba comiendo carbón vivo, la Cabeza Voladora se aterrorizó ante la fuerza de los iroqueses y huyó para no volver jamás. La colina donde se encontraba el poblado de la tribu desconocida es considerada por los pueblos nativos como un lugar maldito. En los tiempos modernos se han construido tres hoteles en el lugar sagrado y cada uno de ellos sufrió una corta y fallida vida antes de quemar misteriosamente el suelo, lo que naturalmente refuerza esta superstición.