Basílica de San Pablo Extramuros

Arquitectura

Cuando el apóstol Pablo fue ejecutado en el siglo I d.C. en Roma, sus seguidores construyeron un santuario sobre su tumba. En el año 324 se consagró una pequeña iglesia en el mismo recinto, que posteriormente fue demolida en el año 386 para dejar espacio a la construcción de una basílica más grande y hermosa, terminada en el año 395.

El llamativo claustro del monasterio fue construido entre 1220 y 1241. El claustro es una de las pocas partes de la basílica que sobrevivió al incendio de 1823.

Después del incendio, muchos países hicieron donaciones para la restauración de la iglesia, que fue reabierta en 1840. Posteriormente, el templo fue declarado monumento nacional.

Interior

El interior de la Basílica de San Pablo es magnífico, con enormes columnas de mármol y hermosos mosaicos de oro. Desgraciadamente, debido al incendio de 1823, quedan pocas partes de la basílica medieval intactas. Sin embargo, la iglesia todavía alberga algunos mosaicos del siglo XIII, una gran lámpara de araña del siglo XII o la lápida de mármol bajo la que reposan los restos de San Pablo.

En las paredes de la basílica, los visitantes podrán observar los retratos de cada uno de los papas, mientras que un rayo de sol ilumina el retrato del actual Papa, el Papa Francisco.

El atrio situado en el exterior es una de las partes más destacadas de la iglesia. Está formado por 150 columnas, y desde aquí, los visitantes pueden ver la fachada de la Basílica cubierta por un enorme mosaico dorado construido entre 1854 y 1874, que refleja los rayos del sol. El centro del pórtico alberga una colosal estatua de San Pablo.

Un poco lejos, pero de visita obligada

Aunque la Basílica no está en el corazón de la ciudad, recomendamos visitar esta iglesia única y asombrosa para ver sus impresionantes mosaicos, su atrio y su interior. Es una de las que más merecen la pena de Roma.

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