Boundless Communications

Causas de la mala escucha

La escucha se ve afectada negativamente por la baja concentración, por esforzarse demasiado, por adelantarse, y/o por centrarse en el estilo en lugar de la sustancia.

Objetivos de aprendizaje

Dar ejemplos de las cuatro principales barreras para una escucha eficaz

Puntos clave

Puntos clave

  • La baja concentración puede ser el resultado de varias situaciones psicológicas o físicas como distracciones visuales o auditivas, incomodidad física, volumen inadecuado, falta de interés en el material del tema, estrés o prejuicios personales.
  • Cuando los oyentes dan la misma importancia a todo lo que escuchan, se hace difícil organizar y retener la información que necesitan. Cuando la audiencia se esfuerza demasiado por escuchar, a menudo no puede asimilar la información más importante que necesita.
  • Saltar adelante puede ser perjudicial para la experiencia de escuchar; al escuchar el mensaje de un orador, la audiencia pasa por alto aspectos de la conversación o emite juicios antes de que se presente toda la información.
  • El sesgo de confirmación es la tendencia a elegir los aspectos de una conversación que apoyan las propias creencias y valores preexistentes.
  • Un discurso llamativo puede ser en realidad más perjudicial para el éxito general y la comprensión del mensaje, ya que un discurso que se centra en el estilo ofrece poca sustancia.
  • Reconocer los obstáculos con antelación puede ayudar mucho a superarlos.
    • Términos clave

      • Tipos de confirmación: La tendencia a elegir los aspectos de una conversación que apoyan nuestras propias creencias y valores preexistentes.
      • Efecto de vivacidad: El fenómeno de cómo los eventos vívidos o altamente gráficos y dramáticos afectan a la percepción de un individuo de una situación.

Causas de la mala escucha

image

Causas de la mala escucha: Hay muchas barreras que pueden impedir una escucha eficaz.

El acto de «escuchar» puede verse afectado por barreras que impiden el flujo de información. Estas barreras incluyen las distracciones, la incapacidad de priorizar la información, la tendencia a asumir o juzgar basándose en poca o ninguna información (es decir, «sacar conclusiones») y la confusión general sobre el tema que se está tratando. Las barreras a la escucha pueden ser psicológicas (por ejemplo, las emociones del oyente) o físicas (por ejemplo, el ruido y las distracciones visuales). Sin embargo, algunas de las barreras más comunes para la escucha efectiva incluyen la baja concentración, la falta de priorización, el mal juicio y el centrarse en el estilo más que en la sustancia.

Baja concentración

La baja concentración, o no prestar mucha atención a los oradores, es perjudicial para la escucha efectiva. Puede ser el resultado de varias situaciones psicológicas o físicas, como las distracciones visuales o auditivas, la incomodidad física, un volumen inadecuado, la falta de interés en el tema, el estrés o los prejuicios personales. Independientemente de la causa, cuando un oyente no presta atención al diálogo de un orador, la comunicación eficaz disminuye considerablemente. Tanto los oyentes como los oradores deben ser conscientes de este tipo de impedimentos y trabajar para eliminarlos o mitigarlos.

Cuando se escucha un discurso, existe un retraso entre el momento en que el orador pronuncia una frase y el momento en que el oyente comprende el significado del orador. Normalmente, esto ocurre en unos pocos segundos. Si este proceso tarda más, el oyente tiene que ponerse al día con las palabras del orador si éste sigue hablando a un ritmo más rápido de lo que el oyente puede comprender. A menudo, es más fácil que los oyentes dejen de escuchar cuando no entienden. Por lo tanto, un orador debe saber qué partes de un discurso pueden ser más intensivas en comprensión que otras, y ajustar su velocidad, vocabulario y estructura de las frases en consecuencia.

Falta de priorización

Así como la falta de atención a los detalles en una conversación puede llevar a una escucha ineficaz, también lo es centrar demasiada atención en la información menos importante. Los oyentes deben ser capaces de captar las señales sociales y priorizar la información que escuchan para identificar los puntos más importantes dentro del contexto de la conversación.

A menudo, la información que la audiencia necesita saber se entrega junto con información menos pertinente o irrelevante. Cuando los oyentes dan la misma importancia a todo lo que escuchan, se hace difícil organizar y retener la información que necesitan. Por ejemplo, los estudiantes que toman apuntes en clase deben saber qué información anotar en el contexto de una conferencia completa. Escribir la conferencia palabra por palabra es imposible, además de ineficaz.

Poco criterio

Cuando se escucha el mensaje de un orador, es común que a veces se pasen por alto aspectos de la conversación o se emitan juicios antes de que se presente toda la información. Los oyentes suelen incurrir en el sesgo de confirmación, que es la tendencia a aislar aspectos de una conversación para apoyar las propias creencias y valores preexistentes. Este proceso psicológico tiene un efecto perjudicial en la escucha por varias razones.

En primer lugar, el sesgo de confirmación tiende a hacer que los oyentes entren en la conversación antes de que el orador termine su mensaje y, por tanto, se formen opiniones sin obtener primero toda la información pertinente. En segundo lugar, el sesgo de confirmación resta capacidad al oyente para realizar evaluaciones críticas precisas. Por ejemplo, un oyente puede escuchar algo al principio de un discurso que despierte una emoción específica. Ya sea ira, frustración o cualquier otra cosa, esta emoción podría tener un profundo impacto en la percepción del oyente sobre el resto de la conversación.

Enfocarse en el estilo, no en la sustancia

El efecto de vivacidad explica lo vívida o altamente gráfica que es la percepción de un individuo sobre una situación. Al observar un evento en persona, un observador se siente automáticamente atraído hacia los aspectos sensacionales, vívidos o memorables de una conversación o discurso.

En el caso de la escucha, los elementos distractores o más grandes que la vida en un discurso o presentación pueden desviar la atención de la información más importante de la conversación o presentación. Estas distracciones también pueden influir en la opinión del oyente. Por ejemplo, si un profesor de Shakespeare pronunciara toda una conferencia con un acento isabelino exagerado, es probable que la clase no lo tomara en serio, independientemente del mérito académico real de la conferencia.

Las diferencias culturales (incluidos los acentos de los oradores, el vocabulario y los malentendidos debidos a las suposiciones culturales) también pueden obstaculizar el proceso de escucha. Los mismos prejuicios se aplican al aspecto físico del orador. Para evitar esta obstrucción, los oyentes deben ser conscientes de estos prejuicios y centrarse en la sustancia, más que en el estilo de la presentación, o en la voz y el aspecto del orador.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *