Nos preguntamos si el ayuno intermitente sirve o no para adelgazar o si los beneficios son otros. Hablamos con un nutricionista experto en la materia y nos da las claves y pautas básicas para poner en práctica lo que ya se ha convertido en tendencia.
El ayuno intermitente es tendencia pero no en la práctica estamos algo perdidas y no sabemos cómo abordarlo, si de verdad es necesario, si aporta beneficios y si todo el mundo puede hacerlo sin poner en riesgo su salud. Salvador Ferrando, dietista-nutricionista del Instituto Médico Ricart nos ha explicado, en primer lugar, que hay diferentes tipos de ayuno: el de 12 horas, el de 16 y el de 23. Asegura que puntualmente se puede hacer uno de 24, 48 o 72 horas. «Más tiempo se considera peligroso porque implica pérdida de masa muscular», dice el experto, que, además, preguntado por los beneficios del ayuno, menciona los siguientes:
- Aumenta la pérdida de grasa
- Aumenta la hormona del crecimiento y esto puede favorecer el aumento de la masa muscular siempre cuando no sean ayunos repetitivos
- Previene el envejecimiento
Para no poner en riesgo nuestra salud, es necesario saber una serie de cosas. Seguro que has pensado que una de ellas es «cuándo puedo y cuándo no puedo ayunar». Pues bien «hay que ser flexibles», nos dice Salvador Ferrando. Podemos hacer un ayuno por el día, por la tarde, o por la noche. Lo mejor es ir variando porque, por la mañana, el ayuno favorece la actitud mental y por la noche ayuda a potenciar el sistema inmunológico. De cualquier manera, es importante recordar que cuando hacemos ayuno no tenemos que estar sin llevarnos absolutamente nada a la boca. Se puede tomar cualquier tipo de líquido acalórico: agua, té, café solo, infusiones que no contengan azúcar (y los edulcorantes artificiales incluida la stevia líquida lo son) o caldo de huesos. «Si hacemos semi ayuno, se pueden incluir comidas de bajo nivel calórico», nos dice el experto.
Para hacer un ayuno sano hay que estar entrenado
Salvador Ferrando no recomienda empezar de golpe y nos confirma que el ayuno puede dar dolor de cabeza o provocar mareos si uno no está acostumbrado a hacerlo. Por eso asegura que conviene empezarlos con protocolos más suaves, de ocho a 12 horas, por ejemplo, y poco a poco ir aumentando ese tiempo. «Si eres una persona sana los efectos secundarios no serán tóxicos», nos tranquiliza. Sin embargo, nos dice que hay patologías que contraindican el ayuno (como por ejemplo la diabetes). «Debemos tener en cuenta que ante una enfermedad nuestro cuerpo lo primero que hace es suprimir el apetito para mejorar la función inmunológica, y esto pasa en niños y en adultos… El único requisito es que el cuerpo esté entrenado porque si nadie ha hecho antes ayuno no se lo puedes meter de golpe», apunta.
Algo muy cuestionado es cómo tienen que ser nuestras comidas antes y después del ayuno. Ferrando nos dice que antes de ponerlo en práctica solo tenemos que apostar por una comida equilibrada que contenga frutas de temporada, verduras, proteínas y vegetales y disfrutarla masticando despacio. Por otro lado, dado que nuestro cuerpo está siempre preparado para ayunar, no tenemos que hacer ningún tipo de comida específica.
El ayuno, según Ferrando, debemos hacerlo cuando el cuerpo nos lo pida. No nos tenemos que obsesionar porque el ayuno no es estrictamente necesario. De hecho, Ferrando insiste en que tenemos que ser flexibles. En definitiva, no hay una guía práctica universal para ayunar. El secreto está en escuchar a nuestro cuerpo y dejarnos guiar siempre por un profesional que nos pueda preparar física, psicológica y mentalmente.