Las relaciones afectivas dan a los niños pequeños una sensación de confort, seguridad, confianza y ánimo. Les enseñan a formar amistades, a comunicar sus emociones y a enfrentarse a los retos. Las relaciones fuertes y positivas también ayudan a los niños a desarrollar la confianza, la empatía, la compasión y el sentido del bien y del mal.
Desde que nacen, los bebés aprenden quiénes son por el trato que reciben. A través de las interacciones cotidianas, los padres, familiares y cuidadores envían a los bebés mensajes como: Eres inteligente. Eres bueno para entender las cosas. Te quiero. Me haces reír. Me gusta estar contigo. Estos mensajes conforman la autoestima de un bebé.
Un bebé de 6 meses se ríe y ríe mientras su madre le pone una servilleta sobre la cara y luego la deja caer para decir: «¡Chicharrón!». Cada vez que su madre intenta volver a poner la servilleta en la mesa, el bebé dice «eh, eh, eh» y da patadas con los brazos y las piernas para hacerle saber que quiere que vuelva a jugar. Ella le sigue la corriente y sigue jugando hasta que él se aburre. Este bebé está descubriendo que las relaciones con los demás son satisfactorias y placenteras, que es un buen comunicador y que sus necesidades y deseos son importantes.
Lo que puede hacer
Proporcionar a los bebés una atención receptiva.
Una atención receptiva significa adaptar sus cuidados a lo que su bebé necesita. Por ejemplo, tu bebé de 10 meses puede empezar a dar patadas, balbucear y agarrar a la hora de comer para mostrarte que realmente quiere coger su propia cuchara. Como sabes que aún no es capaz de alimentarse solo, le das una cuchara de bebé para que la sostenga en sus manos mientras sigues alimentándolo con otra. Esto es una atención receptiva porque te has tomado el tiempo de pensar en lo que significa el comportamiento del bebé y has ideado una forma de apoyarlo.
En tu trabajo:
- Conoce a tu bebé. Cuáles son sus gustos y disgustos? Qué juguetes son sus favoritos? Qué horario diario le funciona?
- Construya una relación abierta y de colaboración con el/los cuidador/es de su hijo. Hable con los cuidadores de su hijo sobre su bebé: su personalidad, lo que le gusta hacer, lo que le calma, lo que le molesta. Comparta con ellos el horario habitual de su bebé y sus actividades típicas. Conocer mejor a su bebé (y a su familia) ayuda a los cuidadores a satisfacer las necesidades de su hijo. Colaborar con los cuidadores ayuda a garantizar que cada uno de vosotros se sienta respetado y apoyado.
- Disfruta de los descubrimientos de tu bebé. ¡Me has encontrado! Has retirado el pañuelo que ocultaba mi cara y ¡aquí estoy! x Aproveche las habilidades que su bebé ya tiene. Por ejemplo, si tu bebé está intentando construir con bloques y ha apilado dos, pon un tercero encima y dale un cuarto bloque para su torre.
- Da abrazos y besos. Deje que su bebé sepa lo amado que es.
- Tenga paciencia durante los momentos difíciles. Los cólicos, el llanto y la inquietud son parte de la infancia. Cuando puedes apoyar a los bebés incluso en sus momentos más difíciles, les estás haciendo saber que pueden confiar y depender de ti. Esto les hace sentirse seguros y hace más probable que aprendan a calmarse por sí mismos a medida que crecen.
- Sea una «base» segura para su bebé. Observe cómo su hijo se aleja gateando y luego vuelve para comprobarlo con usted. Quiere estar seguro de que todavía estás ahí y puede estar buscando algún estímulo para explorar un poco más.
- Establezca rutinas para su bebé. Saber qué esperar ayuda a los bebés a sentirse seguros, confiados y en control de su mundo. Intenta mantener las rutinas diarias en el mismo orden y a la misma hora cada día. Por ejemplo, puede haber un paseo matutino, luego el cambio de pañales, luego el biberón y luego los cuentos.
- Enseñe a los cuidadores de su hijo las palabras que su familia utiliza para referirse a las personas importantes madre, padre, abuelos) y a las cosas (biberón, manta, chupete, etc.).
- Elija libros y música que reflejen la cultura de su hogar. Suelen estar disponibles en su biblioteca pública de forma gratuita y se convertirán rápidamente en una parte muy querida de las rutinas diarias de su hijo: la hora de dormir, la hora del baño o simplemente el viaje en coche.
Apoyar el desarrollo de habilidades de los bebés.
Los bebés aprenden mejor cuando se les deja jugar, explorar y seguir sus intereses. Desarrollan nuevas habilidades cuando les das la ayuda justa para que puedan dominar un reto sin frustrarse demasiado. Por ejemplo, si ves que un bebé de cinco meses intenta darse la vuelta, puedes sujetar un juguete a su lado para que se acerque con su cuerpo a cogerlo.
En tu trabajo:
Sé cariñoso y afectuoso.
Tocar, coger, consolar, mecer, cantar y hablar a tu bebé es un mensaje de que es especial y querido. Aunque es fácil ser cariñoso cuando los bebés son bonitos y mimosos, también es importante cuidar a los bebés cuando son difíciles, están inquietos, lloran mucho o tienen cólicos. Cuando puedes estar ahí para tu bebé durante los momentos difíciles, los niños aprenden que se les quiere por lo que son, pase lo que pase.
En tu trabajo:
Ayuda a tu hijo a sentirse seguro y protegido.
Ayudas a tu bebé a sentirse seguro y protegido cuando respondes a sus llantos y a otras comunicaciones; por ejemplo, cogiendo a tu bebé cuando levanta los brazos en el aire como si dijera: «¡Arriba!» Los bebés también se sienten seguros cuando reciben mucho afecto de tu parte y cuando sus días son predecibles. Es el amor y la confianza que compartes lo que ayuda a tu hijo a aprender que siempre estarás ahí para él. Esta confianza le da seguridad.
En su trabajo:
Busca formas de hacer que la cultura de tu hogar forme parte de las rutinas diarias de tu hijo.
La cultura de un niño es una parte importante de lo que es. La conexión que tiene con su cultura conforma su identidad y autoestima de forma sana y positiva.
En su trabajo: