Como madre de tres hijos (planeados), recibo una buena cantidad de comentarios, sobre todo del tipo «ya has tenido un niño y una niña, ¿por qué vas a repetirlo?»
¿Qué puedo decir? El corazón quiere lo que el corazón quiere y mi corazón quería una familia con más de dos hijos. Y aunque yo quería cuatro hijos, mi marido no estaba convencido, así que nos conformamos con tres. Y para mí, tres ES el número perfecto.
Pero una nueva investigación no está de acuerdo. Según la London School of Economics and Political Science (LSE) y la Western University de Canadá, tener un tercer bebé no te hará más feliz. Mientras que la felicidad de los padres aumenta en el año anterior y posterior al primer y segundo hijo, con el nacimiento del tercero no se produce el mismo aumento de felicidad. ¿Podría ser la perspectiva de MÁS noches de insomnio y la realidad de lo que se avecina lo que está robando a los padres de la tercera vez su tan necesario zumo de felicidad?
«La llegada de un tercer hijo no se asocia con un aumento de la felicidad de los padres, pero esto no sugiere que sean menos queridos que sus hermanos mayores», explica Mikko Myrskylä, profesor de demografía en la LSE. «En cambio, esto puede reflejar que la experiencia de la paternidad es menos novedosa y emocionante cuando nace el tercer hijo o que una familia más numerosa ejerce una presión adicional sobre los recursos de los padres. Además, la probabilidad de que un embarazo no sea planificado puede aumentar con el número de hijos que ya tiene una mujer, y esto conlleva sus propias tensiones.»
Tres son multitud
No se puede negar que vivimos en un mundo de dos hijos; todo lo que sea más o menos parece ser la excepción a la regla. Y tener más de los dos hijos prescritos tiene sus inconvenientes. Tres o más hijos significa automáticamente:
- Tienes más hijos que brazos – Cuando todos necesitan atención al mismo tiempo, sobre todo cuando uno de ellos es un bebé, tienes que tomar decisiones difíciles. Los graznidos de un recién nacido hambriento tienen prioridad sobre el niño de dos años que necesita urgentemente ayuda con un rompecabezas de Thomas the Tank Engine.
- Nunca podrás aprovechar esos «descuentos para familias» – Parece que cuando los dioses de las gangas tomaban las grandes decisiones, se decretó que una «familia» siempre iba a estar formada por dos adultos y dos niños. Y que nadie se atreva a intentar jugar con esa configuración. Nunca saldrás ganando.
- Necesitarás un coche más grande – ¿Tienes un precioso vehículo pequeño y de bajo consumo que te encanta? Vas a tener que cambiarlo por algo más grande. Algo que pueda albergar tres asientos de coche en el asiento trasero. Y un cochecito en el maletero.
- Necesitarás una casa más grande – En una casa de dos dormitorios caben perfectamente cuatro personas. Pero intenta meter a ese niño extra en un dormitorio ya abarrotado. Es un poco chocante lo pequeño que se vuelve ese espacio de repente con la adición de una pequeña persona.
- Necesitarás más horas de las que existen en el día – La vida se vuelve más agitada cuando tienes más niños que adultos. Intente hacer entrevistas de padres y maestros para tres niños cuando sólo hay dos padres disponibles en un día determinado. Luego, haz lo mismo con los conciertos de baile y los encuentros deportivos, los días de presentación del colegio y las citas con el médico… Siempre hay algo que hacer y siempre hay un niño que se pierde. El truco es asegurarse de que no sea siempre el mismo niño
Tres son un encanto
Pero no todo son malas noticias. Tener tres hijos crea tal sensación de alegría familiar que el trabajo extra (en la mayoría de los casos) merece la pena:
- Recibes el triple de amor – Desde que nacen, tus hijos te quieren. De forma apasionada y demostrable. Con tres hijos, lo recibes tres veces más. Las tarjetas especiales, los besos besuqueantes, las manitas estrechadas entre las tuyas, la confianza inquebrantable en ti…
- El hijo mediano afortunado – A pesar de ser amiga de muchos hijos medianos que dicen ser víctimas del síndrome del hijo mediano, no soy creyente. Ese hijo del medio es el más afortunado de la familia: siempre tiene alguien con quien jugar; marca la agenda de todos los niños; ¡el bebé de la familia se cree Dios! ¿Qué puede no gustar de estar en el medio?
- La dinámica de la familia cambia todo el tiempo: el hijo uno y el hijo tres juegan juntos de manera diferente al hijo dos y al hijo uno. Y así sucesivamente… las combinaciones son infinitas y siempre cambian. Es fascinante verlo.
- Aprendes que cada niño es diferente – Por supuesto, esto ya lo sabes pero con tres niños, lo VEES. Con dos hijos, sólo ves que son diferentes entre sí, con tres ves que todos son diferentes y si llegaras a tener diez hijos más, todos serían diferentes de nuevo. Hace que la mente se aturda por el hecho de que tus genes puedan arrojar tantas personalidades y temperamentos.
- El tercer hijo da menos trabajo: no sé si es porque estás en racha cuando llega el tercer bebé, pero suelen alborotar menos y comer y dormir mejor. Sabes lo que haces y te has convertido en una eficiente máquina de maternidad. Ah, sí, y has aprendido a no preocuparte por las cosas pequeñas, ¡así que TÚ también duermes mejor por la noche!
- Estás preparada para el tercer hijo – A menos que tengas una diferencia de edad épica entre tus hijos, ya tienes todo lo que necesitas para el tercer bebé, así que puedes seguir adelante, ¿verdad? Cuantos más, mejor.
- Tu vida es más grande que tú – Una de mis grandes motivaciones para tener tres hijos fue que, como hija de una familia de dos niños, sentía que todo era demasiado ordenado y pequeño. Soñaba con algo más grande. Y con tres hijos, tienes esa sensación de grandeza. La hora de la cena es ruidosa, con charlas y risas. Siempre pasa algo.
¿Tienes tres hijos en tu familia?
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