
Un dicho surcoreano afirma que una piedra lanzada desde la cima del monte Namsan, en el centro de la capital, Seúl, está destinada a golpear a una persona con el apellido Kim o Lee. Uno de cada cinco surcoreanos es un Kim, en una población de poco más de 50 millones. Y desde la actual presidenta, Park Geun-hye, hasta el rapero Psy (nacido Park Jae-sang), casi uno de cada diez es Park. En conjunto, estos tres apellidos representan casi la mitad de la población actual de Corea del Sur. La vecina China tiene unos 100 apellidos de uso común; Japón puede tener hasta 280.000 apellidos distintos. ¿Por qué hay tan poca diversidad en los apellidos coreanos?
La larga tradición feudal de Corea ofrece parte de la respuesta. Como en muchas otras partes del mundo, los apellidos eran una rareza hasta finales de la dinastía Joseon (1392-1910). Seguían siendo un privilegio de la realeza y de unos pocos aristócratas (yangban). Los esclavos y los parias, como los carniceros, los chamanes y las prostitutas, pero también los artesanos, los comerciantes y los monjes, no tenían el lujo de un apellido. Sin embargo, a medida que la alta burguesía local crecía en importancia, Wang Geon, el rey fundador de la dinastía Goryeo (918-1392), trató de apaciguarla concediendo apellidos como forma de distinguir a los súbditos fieles y a los funcionarios del gobierno. El gwageo, un examen de servicio civil que se convirtió en una vía de ascenso social y de preferencia real, exigía a todos los que se presentaban a él que registraran un apellido. Así, los hogares de la élite adoptaron uno. Cada vez era más común que los mercaderes de éxito adoptaran también un apellido. Podían adquirir una genealogía de élite comprando físicamente un libro genealógico (jokbo) -tal vez el de un yangban en bancarrota- y utilizando su apellido. A finales del siglo XVIII, la falsificación de estos registros estaba muy extendida. Muchas familias manipulaban los suyos: cuando, por ejemplo, un linaje llegaba a su fin, se podía inscribir a un no pariente en un libro genealógico a cambio de un pago. El extraño, a su vez, adquiría un apellido nobiliario.
Hoy en día, los orígenes del clan, que en su día se consideraban un indicador importante de la herencia y el estatus de una persona, ya no tienen la misma relevancia para los coreanos. Sin embargo, el número de nuevos clanes Park, Kim y Lee está creciendo: cada vez más extranjeros, incluidos chinos, vietnamitas y filipinos, se nacionalizan coreanos, y sus elecciones más populares para un apellido local son Kim, Lee, Park y Choi, según cifras del gobierno. De ahí, por ejemplo, el clan Mongol Kim, o el clan Taeguk (de Tailandia) Park. En consecuencia, la popularidad de estos tres nombres parece que va a continuar.
Nota del editor: Algunos lectores se sintieron ofendidos por la imagen, que originalmente incluía a una mujer agachada. La hemos recortado.
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