Como recuerdo de esta historia, la menorá se convirtió en una posesión apreciada en muchos hogares judíos. Reunir una colección de menoras presenta una línea de tiempo de adaptaciones artísticas. Esta agrupación también recuerda a Maimónides, el filósofo judío del siglo XII, que escribió que es deseable encender una multitud de candelabros y que cada persona debería poseer no sólo una única menorá, sino una para cada noche de la fiesta, ocho en total. Los inmigrantes europeos de los siglos XIX y XX las guardaban entre las pocas pertenencias que llevaban a América. Durante la Segunda Guerra Mundial, los judíos escondieron sus menorás y otros objetos de valor que podían ser confiscados por los nazis. Las menorás europeas son difíciles de encontrar, y valiosas, porque la mayoría fueron destruidas durante las guerras y otros trastornos. Si tiene la suerte de descubrir una rareza de este tipo, haga que un experto la examine. Calcular el valor de una menorá no es una ciencia exacta, pero pistas como la pátina, la marca del fabricante y el estilo artístico pueden ayudar a determinar su antigüedad y calidad. Una galería especializada en judaica tasará su pieza a cambio de una tarifa y le aconsejará sobre cualquier restauración que pueda necesitar.