Falta de sueño y diabetes

La diabetes afecta a más de 30 millones de personas en Estados Unidos y es la séptima causa de muerte. La forma más común de diabetes, la diabetes de tipo 2, es una enfermedad crónica que se desarrolla debido a la resistencia a la insulina.

La insulina es una hormona que ayuda a transferir la glucosa de la sangre a los músculos, la grasa y el hígado, así como a otras células, donde puede utilizarse como energía. La resistencia a la insulina se produce cuando el cuerpo tiene problemas para producirla o cuando la insulina no consigue transferir la glucosa a estas células. Esto conduce a una acumulación de glucosa en la sangre, lo que se conoce como un alto nivel de azúcar en la sangre, que es el síntoma distintivo de la diabetes. Si no se controla adecuadamente, puede tener graves consecuencias para el corazón, los riñones y otros órganos.

La diabetes y el sueño están estrechamente relacionados, y muchas personas con diabetes tipo 2 experimentan una mala calidad del sueño o insomnio. La buena noticia es que una cuidadosa atención a la dieta, el ejercicio y los niveles de azúcar en la sangre puede suponer una gran diferencia en la calidad del sueño y, a su vez, en la salud en general.

¿Cómo afecta la diabetes al sueño?

Se estima que una de cada dos personas con diabetes tipo 2 tiene problemas de sueño debido a la inestabilidad de los niveles de azúcar en la sangre y a los síntomas relacionados con la diabetes que la acompañan.Los niveles altos de azúcar en la sangre (hiperglucemia) y los niveles bajos de azúcar en la sangre (hipoglucemia) durante la noche pueden provocar insomnio y fatiga al día siguiente. Como ocurre con muchas enfermedades crónicas, los sentimientos de depresión o el estrés por la propia enfermedad también pueden mantenerle despierto por la noche.

Cuando los niveles de azúcar en sangre son altos, los riñones compensan en exceso haciendo que orine con más frecuencia. Durante la noche, estas frecuentes idas al baño provocan interrupciones del sueño. Los niveles altos de azúcar en sangre también pueden causar dolores de cabeza, aumento de la sed y cansancio que pueden interferir en la capacidad de conciliar el sueño.

Por el contrario, pasar demasiadas horas sin comer o tomar un equilibrio incorrecto de la medicación para la diabetes también puede conducir a niveles bajos de azúcar en sangre por la noche. Es posible que tenga pesadillas, que empiece a sudar o que se sienta irritado o confuso cuando se despierte.

Hable con su proveedor de atención médica si está experimentando fatiga, problemas para dormir o cualquier otro síntoma preocupante. Pueden ayudar a analizar el motivo y trabajar con usted para mantener sus niveles de azúcar en sangre más estables.

¿Cómo afecta el mal sueño a los niveles de azúcar en sangre?

Así como la diabetes puede causar problemas de sueño, los problemas de sueño también parecen desempeñar un papel en la diabetes. Dormir mal o tener un sueño de ondas lentas menos reparador se ha relacionado con niveles altos de azúcar en sangre en personas con diabetes y prediabetes. Sin embargo, no está del todo claro si una causa es la otra o si hay más variables en juego. Los investigadores creen que la restricción del sueño puede afectar a los niveles de azúcar en la sangre debido a sus efectos sobre la insulina, el cortisol y el estrés oxidativo.

Una cuarta parte de las personas con diabetes afirman dormir menos de seis horas o más de ocho horas por noche, lo que les hace correr un mayor riesgo de tener un nivel elevado de azúcar en la sangre. Además de elevar los niveles de azúcar en sangre en personas que ya tienen diabetes, la falta de sueño también aumenta el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina en primer lugar. Este vínculo se hace evidente ya en la infancia.

Los estudios también han descubierto que los horarios de sueño más tardíos o irregulares se correlacionan con un mayor nivel de azúcar en sangre, incluso en personas no diabéticas. Sin embargo, puede haber otras variables que lo expliquen, como el hecho de que las personas con horarios de sueño irregulares son más propensas a seguir una dieta errática.

La falta de sueño aumenta los niveles de grelina, la hormona del hambre, y disminuye los niveles de leptina, la hormona que nos hace sentir llenos. Para compensar la disminución de los niveles de energía, las personas que duermen mal pueden ser más propensas a buscar alivio en los alimentos que aumentan el azúcar en la sangre y los ponen en riesgo de obesidad, que es un factor de riesgo para la diabetes.

Los adultos con diabetes tipo 2 que experimentan un sueño perturbado o frecuentes despertares nocturnos también pueden ser menos propensos a seguir otras normas para el autocuidado de la diabetes, como hacer suficiente ejercicio y vigilar de cerca los niveles de glucosa en la sangre.

Además de sus efectos inmediatos en los niveles de azúcar en la sangre, dormir mal puede pasar factura a largo plazo a las personas con diabetes tipo 2. Aquellos que recurren a la medicación para dormir o que tienen problemas para mantenerse dormidos son más propensos a informar de que sienten un grave malestar psicológico. También hay pruebas provisionales que sugieren que las personas con diabetes que no duermen lo suficiente pueden tener un mayor riesgo de deterioro cognitivo más adelante.

¿Qué trastornos del sueño son comunes en las personas con diabetes?

Las personas con diabetes tipo 2 tienen una mayor probabilidad de desarrollar trastornos del sueño concomitantes, siendo los más comunes el síndrome de las piernas inquietas y la apnea obstructiva del sueño.

  • Síndrome de las piernas inquietas (SPI): Aproximadamente una de cada cinco personas con diabetes tipo 2 padece el síndrome de las piernas inquietas, caracterizado por hormigueos u otras sensaciones irritantes en las piernas que pueden interferir a la hora de conciliar el sueño. Las personas con diabetes también corren el riesgo de padecer otra enfermedad llamada neuropatía periférica. Los síntomas de la neuropatía periférica, causados por daños en los nervios, son muy similares a los del SPI e incluyen entumecimiento, hormigueo y dolor en las extremidades. Las personas que experimentan estos síntomas deben consultar a un profesional de la salud, ya que la neuropatía periférica requiere tratamiento para reducir el daño nervioso a largo plazo.
    • Apnea obstructiva del sueño (AOS): La apnea obstructiva del sueño es un trastorno del sueño en el que una persona deja de respirar momentáneamente a intervalos recurrentes durante la noche. En la mayoría de los casos, la persona no es consciente de ello, aunque su compañero de cama puede observar ronquidos y jadeos. Estos lapsos de respiración provocan microdespertares (despertares muy breves) que interfieren en la progresión natural de las fases del sueño y perjudican su calidad. La AOS suele darse en personas con sobrepeso u obesidad, ya que suelen tener una circunferencia de cuello más gruesa que interfiere en las vías respiratorias. La afección puede tratarse con un dispositivo de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) que mantiene las vías respiratorias abiertas para restablecer la respiración normal y reducir las interrupciones del sueño.

    ¿Cuál es la conexión entre la apnea del sueño y la diabetes?

    Aunque la apnea del sueño no causa directamente la diabetes, es un factor de riesgo para la diabetes tipo 2 y se ha demostrado que aumenta la resistencia a la insulina, incluso en personas no diabéticas y sin sobrepeso. La Asociación Americana de la Diabetes estima que hasta una de cada cuatro personas con diabetes de tipo 2 padece también AOS, y otra cuarta parte de los diabéticos de tipo 2 sufre otro trastorno respiratorio relacionado con el sueño.

    Tanto la AOS como la diabetes de tipo 2 son más frecuentes en personas con sobrepeso y obesidad. Sin embargo, la AOS parece afectar a la resistencia a la insulina y al control de la glucosa incluso después de controlar la obesidad. La AOS no sólo provoca una fragmentación del sueño que interfiere en el sueño de ondas lentas, sino que además corta periódicamente el suministro de oxígeno del organismo. Juntos, estos efectos conducen a la resistencia a la insulina y al deterioro del metabolismo de la glucosa.

    En muchos estudios, el tratamiento de la apnea del sueño a corto plazo parece mejorar los niveles de azúcar en sangre, mientras que el tratamiento con CPAP a largo plazo mejora el azúcar en sangre y la resistencia a la insulina. Sin embargo, otros estudios no han encontrado mejoras en los niveles de glucosa en sangre después de tratar la AOS, lo que lleva a algunos investigadores a creer que la conexión podría deberse a otras variables como el peso.

    Se necesitan más investigaciones para caracterizar mejor la naturaleza de la conexión, pero está claro que la salud física desempeña un papel importante en la apnea del sueño y la diabetes. Una combinación de pérdida de peso y tratamiento con CPAP puede ser la forma más eficaz de tratar la apnea del sueño en personas con diabetes tipo 2.

    ¿Cómo pueden las personas con diabetes hacer frente a los problemas de sueño?

    El control cuidadoso de los niveles de azúcar en sangre puede ayudar a mejorar el sueño de las personas con diabetes tipo 2. Además, dada la estrecha relación entre la diabetes y el sueño, los buenos hábitos de higiene del sueño son especialmente importantes. Estos incluyen tanto los hábitos diurnos como los nocturnos, tales como:

    • Adherirse a un plan de alimentación que le funcione y le ayude a mantener el azúcar en sangre controlado
    • Realizar ejercicio físico con regularidad
    • Mantener un horario de sueño regular
    • Evitar los estimulantes como la cafeína o la nicotina antes de acostarse
    • Mantener el dormitorio fresco, oscuro y silencioso
    • En función de su situación personal, su médico puede recomendarle ayudas para el sueño para diabéticos o formas adicionales de dormir mejor. Pueden optar por realizar un polisomnograma, o estudio del sueño, para ver si un trastorno del sueño es el culpable de sus problemas de sueño. Los trastornos secundarios del sueño pueden tratarse con terapias específicas, como una máquina CPAP.

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