Fugas anastomóticas tras anastomosis intestinal: es más tarde de lo que se piensa

Propósito: Las fugas anastomóticas están entre las complicaciones más temidas tras la cirugía colorrectal. Sin embargo, los problemas con las definiciones y la naturaleza retrospectiva de los análisis anteriores han sido limitaciones importantes. Se buscó utilizar una base de datos prospectiva para definir la verdadera incidencia y presentación de las fugas anastomóticas después de la anastomosis intestinal.

Métodos: Se revisó una base de datos prospectiva de dos cirujanos colorrectales durante un período de 10 años (1995-2004). Se anotó la incidencia de fugas por zona quirúrgica, momento del diagnóstico, método de detección y tratamiento. Las complicaciones fueron introducidas de forma prospectiva por un profesional de enfermería directamente implicado en la atención al paciente. Se utilizaron criterios estandarizados para el diagnóstico. Se utilizó un modelo de regresión logística para discriminar la variación estadística.

Resultados: Un total de 1223 pacientes fueron sometidos a resección y anastomosis durante el período de estudio. La edad media fue de 59,1 años. Se produjeron fugas en 33 pacientes (2,7%). El diagnóstico se realizó una media de 12,7 días después de la operación, incluyendo cuatro más allá de los 30 días (12,1%). No hubo diferencias en la tasa de fugas según el cirujano (3,6% frente a 2,2%; P = 0,08). La tasa de fugas fue similar en función de la zona quirúrgica, a excepción de una tasa de fugas notablemente mayor con la anastomosis ileorrectal (p = 0,001). Se diagnosticaron doce fugas clínicas frente a 21 radiográficas. El enema de contraste sólo identificó correctamente 4 de 10 fugas, mientras que la TC identificó correctamente 17 de 19. A 14 de 33 (42%) pacientes se les diagnosticó la fuga sólo después del reingreso. Quince pacientes requirieron desviación fecal, mientras que 18 pudieron ser manejados de forma no quirúrgica.

Conclusiones: Las fugas anastomóticas se diagnostican con frecuencia de forma tardía en el postoperatorio y, a menudo, tras el alta hospitalaria inicial, lo que pone de manifiesto la importancia de la introducción prospectiva de datos y el seguimiento adecuado. La tomografía computarizada es la modalidad diagnóstica preferida cuando se requieren imágenes. Más de la mitad de las fugas pueden manejarse sin desviación fecal.

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