Sabes que fumar no le hace ningún favor a tu cara -¡ni a tus pulmones, ni a tu corazón, ni a casi ninguna otra parte de tu cuerpo, por cierto! – pero un nuevo estudio de gemelos insinúa las formas en que el hábito te hace parecer más viejo de lo que realmente eres.
En lo que es quizás el mejor detalle del estudio, los investigadores utilizaron el Festival anual de los Días de los Gemelos en Twinsburg, Ohio (la «¡mayor reunión anual de gemelos del mundo!») para reunir a las 79 parejas idénticas que incluyen en el informe. Un grupo de tres residentes de cirugía plástica comparó los rostros de los gemelos, uno de los cuales había fumado durante al menos cinco años más que el otro.
Identificaron algunas áreas principales de envejecimiento acelerado en los rostros de los gemelos fumadores: Los párpados superiores de los fumadores estaban caídos, mientras que los párpados inferiores se hundían, y tenían más arrugas alrededor de la boca. Los fumadores también eran más propensos a tener papada, según el estudio, que se publica hoy en la revista Plastic and Reconstructive Surgery.
Fumar reduce el oxígeno que llega a la piel, lo que también disminuye la circulación sanguínea, y eso puede dar lugar a una piel desgastada, arrugada y de aspecto envejecido, explica el doctor Bahman Guyuron, cirujano plástico de Cleveland (Ohio) y autor principal del estudio.
La lógica de una investigación como ésta y otras similares es la siguiente: Si las amenazas de cáncer, enfermedades cardíacas y pulmonares, o los peligros del humo de segunda y tercera mano no son suficientes para que la gente deje de fumar, o para que no empiece nunca, ¿por qué no intentar apelar a la vanidad de la gente? (La misma táctica se ha utilizado en un intento de advertir a los jóvenes para que no se bronceen.)
Pero si actualmente eres fumador, el objetivo de esta investigación no es hacerte sentir mal. Porque dejar o reducir el hábito ahora puede marcar la diferencia, en todos los aspectos de su salud, incluido el daño en la piel de su cara. Incluso los gemelos que fumaron sólo cinco años menos que sus hermanos tenían caras de aspecto más joven, muestra el estudio.
«Le decimos a la gente que, en cuanto deja de fumar, la reparación no sólo de la piel, sino también de los pulmones y los vasos sanguíneos del corazón, empieza a repararse por sí sola», dice el Dr. Robin Ashinoff, director médico de cirugía dermatológica del Centro Médico de la Universidad de Hackensack, en Nueva Jersey.