La hepatitis C (VHC) es una infección vírica que puede provocar inflamación del hígado, daño hepático, cáncer de hígado y, en algunos casos, cuando no se detecta ni se trata, puede ser mortal. Aunque algunos individuos eliminan la infección por sí solos, la mayoría de las personas que adquieren el VHC evolucionan hacia una infección crónica que puede durar toda la vida. Ya sea aguda o crónica, muchas de las personas que tienen una infección por hepatitis C no lo saben, porque los síntomas suelen ser indetectables o tan leves que pasan desapercibidos (asintomáticos) – incluso cuando/si se están produciendo daños en el hígado.
Cómo empieza la hepatitis C
La hepatitis C se contrae por transmisión sanguínea. Cualquier persona que entre en contacto con la sangre de otra persona corre el riesgo de contraer el VHC, lo que incluye, entre otros, a: los trabajadores sanitarios, las personas que comparten agujas con otras, los individuos que se han sometido a diálisis renal o a transfusiones de sangre y los que mantienen relaciones sexuales sin protección con sus parejas. El virus de la hepatitis C también puede transmitirse de madre a hijo durante el parto.
Muy pocas personas experimentan algún signo o síntoma de advertencia de la infección hasta más de 10-20 años después de haber contraído el virus de la hepatitis C. Otros síntomas son tan leves -que van desde la pérdida de apetito hasta la fatiga- que la mayoría de las personas ignoran por completo que tienen una infección. Un pequeño porcentaje de quienes contraen el VHC -alrededor del 15-20%, según el Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA) de EE.UU.- eliminarán el virus por sí mismos, porque su sistema inmunitario combatirá la infección. Los que eliminan el virus no suelen sufrir ningún daño a largo plazo en el hígado o en su salud en general. Otros, sin embargo, no podrán eliminar el virus sin tratamiento, y su infección progresará hasta convertirse en una hepatitis C crónica a largo plazo.
Fase aguda
La fase aguda del VHC se produce en los primeros seis meses de la infección. Aunque la mayoría de las personas no experimentan ningún síntoma perceptible, las que sí lo hacen pueden notar síntomas como ictericia leve, pérdida de apetito o fatiga. Esos síntomas acabarán por remitir a medida que el sistema inmunitario del organismo luche contra la infección. Sin embargo, para la mayoría de los demás, el virus persistirá más allá de seis meses y entrará en la fase crónica.
Etapa crónica
Para aquellos que no eliminen el virus por sí mismos, la hepatitis C progresará hasta convertirse en una infección crónica a largo plazo. Esta progresión es gradual y suele producirse a lo largo de varios años. Durante los cuales, puede empezar a producirse una inflamación del hígado y, con el tiempo, esa inflamación provoca la muerte de las células hepáticas sanas y el endurecimiento y cicatrización del tejido hepático (cirrosis). Según la VA, el 20% de los casos de hepatitis C crónica evolucionan a cirrosis hepática. La progresión hacia la cirrosis puede durar entre 10 y 20 años -a veces más- y muchas de las personas que padecen cirrosis no presentan síntomas perceptibles durante años.
Etapa final (Cirrosis descompensada &)
Cuando un hígado sano se infecta con el virus de la hepatitis C, se inflama, la inflamación hace que las células del hígado sean sustituidas por tejido cicatricial endurecido, y ese tejido cicatricial se llama cirrosis. Cuando el hígado sufre cirrosis, tiene problemas para filtrar las toxinas, y éstas se acumulan en el torrente sanguíneo. Durante las primeras etapas de la cirrosis, algunas personas experimentan síntomas como hinchazón en el abdomen, niebla cerebral o fatiga, mientras que otras no experimentan ningún síntoma perceptible. Este periodo inicial de la cirrosis se denomina cirrosis compensada.
El VHC progresa a la fase final de la hepatitis C, o cirrosis descompensada, cuando el hígado ha quedado gravemente dañado por la inflamación y la cicatrización y surgen complicaciones graves. Cuando esto ocurre, el hígado es incapaz de funcionar correctamente y persisten problemas de salud graves y potencialmente mortales. Estas complicaciones pueden incluir insuficiencia hepática, cáncer de hígado y, finalmente, la muerte. Durante la fase final de la hepatitis C, los pacientes pueden experimentar ictericia, fatiga extrema, náuseas o pérdida de apetito, pérdida de cabello, hemorragias internas y/o problemas para pensar como resultado de los daños en los sistemas digestivo y nervioso.
En esta fase, una de las recomendaciones más comunes es el trasplante de hígado, ya que el daño sufrido por el hígado es irreversible. Sin embargo, incluso después de un trasplante de hígado, los pacientes deben ser vigilados de cerca, porque la hepatitis C puede reaparecer.
Factores que afectan a la progresión del VHC
Saber cuándo alguien contrajo la infección por hepatitis C es el primer paso para determinar la posible progresión de la enfermedad. Sin embargo, dado que muchas personas no saben cómo o cuándo contrajeron el virus, puede ser difícil predecir la rapidez con la que alguien progresará a través de las etapas del VHC.
Las experiencias individuales con la progresión del VHC varían enormemente: algunos eliminan el virus por sí solos y nunca pasan de la etapa aguda de la infección, mientras que otros progresan a una infección crónica o de larga duración durante varios años.
Sin embargo, incluso las personas que padecen una infección crónica por el VHC presentan una amplia gama de síntomas, y los propios síntomas no siempre indican el nivel de gravedad de la infección o el daño que sufre el hígado de una persona. Algunas personas que viven con el VHC crónico no notan ningún síntoma pero tienen una gran cicatrización en el hígado, y otras experimentarán una serie de síntomas relacionados con el VHC, pero sus análisis de sangre, niveles de enzimas o biopsia hepática indicarán que su hígado sólo está levemente afectado.
La variedad de experiencias de quienes viven con la hepatitis C hace que sea difícil discernir qué síntomas se desarrollarán para quién y cuándo. Últimamente, hay una cantidad significativa de investigación disponible para ayudar a los profesionales a determinar cómo un individuo podría progresar a través de las etapas de la hepatitis C, pero todavía hay trabajo por hacer para ayudar a proporcionar un pronóstico más preciso para cada paciente.1-6