Atrás quedaron los días en los que el sexo sólo se consideraba un imperativo biológico. Ahora se habla de él en términos de placer, excitación y exploración. Pero lo cierto es que hay que esforzarse para que el sexo sea placentero. Los problemas en el dormitorio son muy comunes. Desde la libido baja hasta la anorgasmia, hay que trabajar todo para llegar a tener una gran vida sexual. Y mientras hablamos de muchos problemas sexuales – uno que la mayoría de la gente se calla es la disforia postcoital (PCD), también conocida comúnmente como blues post-sexual.
¿Qué es la disforia postcoital?
No hay muchos estudios sobre el tema, pero el término se utiliza generalmente para referirse a cuando se experimenta la sensación de tristeza, ansiedad, melancolía o incluso agitación o agresión después del sexo. Puede ocurrir tanto a hombres como a mujeres y los sentimientos pueden durar entre cinco minutos y dos horas. Lo que puede ser aún más complicado de entender y expresar es que podrías estar extremadamente entusiasmado por tener sexo, tal vez incluso haberlo iniciado, disfrutar realmente a través de la duración del mismo y de repente experimentar una caída o cambio en las emociones una vez que ha terminado.
La causa exacta de la disforia postcoital no se conoce todavía, pero las investigaciones sugieren que la evitación del apego, la inseguridad y el miedo a la pérdida del sentido de sí mismo podrían ser un factor contribuyente.
¿Qué puedes hacer con la disforia postcoital?
1. Acepta tu sentimiento: Sabemos que nadie quiere llorar después del sexo, puede que sientas que arruinarás el momento o que harás sentir a tu pareja que ha hecho algo para que te sientas tan molesto como para llorar. Pero no dejar salir las lágrimas cuando sientes la necesidad tampoco es saludable. Sí, puede que luego haya que dar algunas explicaciones, pero que tu pareja sepa cómo te sientes es mucho mejor que tener que ocultarlo si vuelve a ocurrir.
2. Averigua qué quieres: En ese mismo momento, hazte preguntas directas y procesables. Averigua si estás en un espacio seguro; si no es así, qué espacio te hará sentir segura. Ve allí. Pregúntate si estar cerca de tu pareja te ayuda o te impide sentirte mejor. Si quieres que esté allí, dile que se quede. Si no, pídele un poco de espacio, haciéndole saber que estarás bien. Si quieres que tu pareja esté cerca, pregúntate si quieres hablar de ello, no hablar de ello o no hablar en absoluto. Una vez que lo descubras, intenta comunicar claramente tus necesidades a tu pareja.
3. Tómate un descanso para analizar tu relación: Si sientes tristeza post-sexo a menudo, puede ser una buena idea tomar un descanso de la parte sexual de tu relación por un corto tiempo. Puedes seguir teniendo intimidad de otras maneras y observar si hay otras ansiedades o estrés en tu relación. Intenta pensar en tu pareja y valorar de forma práctica el apego que sientes por ella y si se trata de una asociación positiva o negativa. Un poco de espacio puede proporcionar una perspectiva muy necesaria. Si llegas a la conclusión de que hay ciertas cosas de tu pareja o de la relación que te incomodan o que te gustaría cambiar, habla con tu pareja sobre ellas.
4. Busca ayuda: Si has intentado resolver las cosas por ti mismo y nada parece ayudar, acude a un profesional médico o terapeuta. Pedir ayuda no es algo de lo que debas avergonzarte, es una parte importante del autocuidado. Sé sincero sobre tus experiencias y traumas pasados, si los hay. Podría ayudarte mucho a superar esto y a disfrutar mucho más de tu vida sexual.
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