Hay gente que solo acepta el significado literal de «literalmente» y que no soporta que uno diga cosas como: «Estoy literalmente muerto de cansancio» o «con este atasco vamos a llegar literalmente la semana que viene».
En estos ejemplos, «literalmente» no quiere decir, como apunta el diccionario, «conforme a la letra del texto, o al sentido exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en él». De hecho, es casi lo contrario: se utiliza para añadir énfasis a una frase cuyo sentido es figurado.
El debate sobre esta palabra, que no es nuevo, ha vuelto después de un compartidísimo tuit en contra de este uso (y de su abuso por parte de los medios), que ha provocado centenares de respuestas.
Sin embargo, la RAE lleva ya un tiempo contestando en Twitter a dudas al respecto y la institución considera que no está mal usar el término «con valor ponderativo, para enfatizar o realzar que un hecho o cualidad es como se expresa». Lo dice en respuesta a dudas sobre expresiones como «me moría literalmente de la risa» o «el atleta literalmente volaba sobre la pista».
Es decir, el uso de «literalmente» (y «literal») para enfatizar es literalmente correcto.
Pero, a su vez, que este uso sea correcto no significa que sea siempre recomendable. Judith González Ferrán, lingüista de Fundéu, explica que el sentido enfático de «literalmente» a menudo no es adecuado y puede llevar a confusión. Sobre todo cuando no se trata de «un uso creativo consciente, sino de una coletilla que se añade sin pensar y por pereza». Si leemos, por ejemplo, que «un estadio explota literalmente» durante un concierto podemos dudar en un primer momento de si se trata de un accidente o de un exitazo.
La extensión reciente de esta expresión puede proceder «de la lengua oral, cuando nos paramos menos a pensar en lo que decimos», apunta la lingüista. Decir «literalmente» para enfatizar cosas literales («fui a esquiar por primera vez, me caí y me rompí literalmente las piernas») puede haber contribuido a que lo usemos para dar énfasis en frases no literales («fui a esquiar por primera vez, me caí y literalmente me maté»). En muchos casos, recuerda, puede haber alternativas mejores.
La influencia del inglés
La opinión de González Ferrán es similar a la que da el científico cognitivo y lingüista Steven Pinker en El sentido del estilo: aunque el uso figurado de «literalmente» sea una hipérbole común y se suela entender en su contexto, puede molestar a los lectores, al dar la impresión de que no nos hemos parado a pensar en lo que queríamos escribir.
Pinker escribía sobre esta palabra porque en inglés también se ha extendido este uso de literally, hasta el punto de que el diccionario Merriam-Webster cambió el significado de la palabra para añadir el sentido figurado en 2013. De hecho, González Ferrán, de Fundéu, no descarta que la cultura anglosajona, una vez más, haya influido en contribuir a la moda de «literalmente» en español.
Los editores del diccionario inglés explicaban que solo recogían un uso que tiene antecedentes por escrito desde 1769. Y citaban algunos ejemplos, como «ardía literalmente con ingenio», escrito en 1847 por William Makepeace Thackeray (autor de La feria de las vanidades). Es decir, «el empleo figurado de literalmente puede ser molesto, pero no es nada nuevo».
En español y recurriendo al corpus del Diccionario Histórico de la RAE también resulta fácil encontrar usos figurados de «literalmente» (aunque evidentemente creativos). Por ejemplo, Juan Goytisolo escribía en Señas de identidad (1966): «Se sentía mecido y arrullado, penetrado y poseído, literalmente envuelto en la voz persuasiva del Doctor». Y Emilia Pardo Bazán, en Los pazos de Ulloa (1886): «Don Eugenio, el abad de Naya, se abría literalmente de risa».
Hay unas cuantas palabras que significan una cosa y la contraria, los llamados autoantónimos. Por ejemplo, «sancionar»: «autorizar o aprobar cualquier acto, uso o costumbre», y también, «aplicar una sanción o castigo a alguien o algo». Es decir, te pueden poner una sanción por no respetar una sanción.
En algunos casos, se trata de palabras que han perdido su significado original. Por ejemplo, «enervar» significa «debilitar, quitar las fuerzas», pero hoy en día y desde el siglo XIX se usa más menudo como todo lo contrario: «Poner nervioso».
Judith González Ferrán, de Fundéu, apunta que en el caso de «literalmente», que se usa a veces para enfatizar frases metafóricas, estaríamos en el momento de cambio de significado de la palabra, que es el de más riesgo para causar confusión.
Pone el ejemplo de «sensiblemente» en frases como «los beneficios de la empresa aumentaron sensiblemente». Según ha documentado Fundéu, las personas de más edad tienden a interpretar que los beneficios han crecido mucho. Pero para los más jóvenes este «sensiblemente» suele significar «poco».
La lengua cambia, con independencia de si nos gustan o no esos cambios. Y a veces lo hace sensiblemente.