Pedro Calderón de la Barca

Medio estético y logros

El mecenazgo de la corte del que gozó Calderón constituye la influencia más importante en el desarrollo de su arte.

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El drama cortesano surgió a partir del drama popular, y al principio no hubo distinción de temas y estilo entre ambos. Sin embargo, la construcción de un teatro especial en el nuevo palacio, el Buen Retiro, terminado en 1633, hizo posible producciones espectaculares más allá de los recursos del escenario público. Las obras de la corte se convirtieron en un género distintivo del Barroco, que combinaba el drama con la danza, la música y las artes visuales y se alejaba de la vida contemporánea para adentrarse en el mundo de la mitología clásica y la historia antigua. Así, Calderón, como dramaturgo de la corte, se asoció con el auge de la ópera en España. En 1648 escribió El jardín de Falerina, la primera de sus zarzuelas, obras en dos actos con diálogos hablados y cantados. En 1660 escribió su primera ópera, La púrpura de la rosa, en un acto, con todos los diálogos musicados. Le siguió Celos, aun del aire matan (1660), una ópera en tres actos con música de Juan Hidalgo. Como en la tradición italiana, la música estaba subordinada a la poesía, y todas las obras musicales de Calderón son dramas poéticos por derecho propio.

La dramaturgia de Calderón debe situarse en el contexto del teatro cortesano, con su desarrollo consciente de una forma de arte irreal y estilizada. Durante dos siglos después de su muerte, su preeminencia permaneció indiscutible, pero los cánones realistas de la crítica que se impusieron a finales del siglo XIX produjeron una reacción a favor del drama más «realista» de Lope de Vega. Calderón parecía amanerado y convencional: la estructura de sus tramas parecía artificiosa, sus personajes rígidos y poco convincentes, su verso a menudo afectado y retórico. Aunque utilizó recursos técnicos y manierismos estilísticos que, por su constante repetición, se convirtieron en convencionales, Calderón se mantuvo lo suficientemente distante como para que sus personajes, en ocasiones, se burlaran de sus propias convenciones. Este distanciamiento indica una concepción del arte como medio formal que emplea sus recursos artísticos para comprimir y abstraer lo externo de la vida humana, para expresar mejor lo esencial.

En esta dirección, Calderón desarrolló la forma y las convenciones dramáticas establecidas por Lope de Vega, basadas en la primacía de la acción sobre la caracterización, con unidad en el tema más que en la trama. Creó una estructura propia muy ajustada dejando intacto el marco formal del drama de Lope. Desde el principio manifestó su habilidad técnica utilizando los personajes e incidentes de sus tramas en el desarrollo de una idea dominante. A medida que su arte fue madurando, sus tramas se volvieron más complejas y la acción más restringida y compacta. La creación de complejos patrones dramáticos en los que el efecto artístico surge de la percepción de la totalidad del diseño a través de la inseparabilidad de las partes es el mayor logro de Calderón como artesano. El pintor de su deshonra (c. 1645) y La cisma de Ingalaterra (c. 1627) son ejemplos magistrales de esta técnica, en la que la imaginería poética, los personajes y la acción están sutilmente interconectados por símbolos dominantes que dilucidan el significado del tema. Aunque los recursos retóricos típicos del estilo barroco español siguieron siendo una característica de su dicción, su verso se alejó de la ornamentación excesiva hacia un estilo tenso comprimido y controlado por una mente penetrante.

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