Habiendo aprendido tanto el francés como el español, así como el italiano, y habiendo visto a mi hija aprender francés y español, definitivamente los clasificaría de la siguiente manera: 1. Italiano 2. Español 3. Francés
Aunque cada idioma presenta sus propios retos, mi opinión es que la gramática española es más sencilla que la francesa. Del mismo modo, la ortografía española es mucho más fácil. Sin embargo, personalmente creo que el mayor reto con el francés es la pronunciación.
Con respecto al español, la velocidad a la que hablan los españoles puede ser un verdadero reto para los angloparlantes. Luego están las diferencias entre el castellano y el español latinoamericano, antes incluso de llegar a cualquier diferencia local, aunque hay, por supuesto, variaciones regionales y dialectos incluso en Francia (e Italia, por cierto).
En verdad, me encantan estos tres idiomas. Me encanta cómo suenan al oído. Me encanta su gama de expresiones y, sobre todo, me encanta la posibilidad de poder comunicarme con la gente local y de entender más sobre la historia y la cultura de un país, gran parte de la cual está incorporada al idioma a medida que se ha ido desarrollando.
No te preocupes por las dificultades y concéntrate en los aspectos positivos. Disfruta aprendiendo y disfruta de poder comunicarte con otras personas. Incluso si lo que dices no es perfectamente correcto desde el punto de vista gramatical, los franceses, los españoles (y los italianos) aprecian que te esfuerces por hablar sus idiomas y, por lo general, te animarán y te ayudarán. En muchas zonas fuera de las ciudades principales, la gente habla poco o nada de inglés. En momentos así, las inhibiciones salen por la ventana y agradecerás cualquier habilidad lingüística que tengas, por muy básica que sea.
Por último, verás que cuando hayas aprendido una lengua románica, te será mucho más fácil aprender otra. Aunque hay diferencias entre ellas, hay muchas más similitudes, dadas sus raíces lingüísticas compartidas. Por ejemplo, aunque nunca he estudiado gallego, puedo entender bastante cuando lo oigo y puedo leerlo con bastante facilidad. Por lo tanto, es muy beneficioso aprender más tanto el francés como el español.