Es bien sabido que las experiencias estresantes pueden afectar a los procesos de aprendizaje y memoria. Lo que no está tan claro es la naturaleza exacta de estos efectos del estrés sobre la memoria: se ha informado de efectos tanto potenciadores como perjudiciales. Estos efectos opuestos pueden explicarse si se tienen en cuenta los diferentes cursos temporales de las acciones de las hormonas del estrés, en particular las catecolaminas y los glucocorticoides. Integrando dos modelos populares, argumentamos aquí que las acciones rápidas de las catecolaminas y de los glucocorticoides no genómicos interactúan en la amígdala basolateral para cambiar el organismo a un «modo de formación de memoria» que facilita la consolidación de las experiencias estresantes en la memoria a largo plazo. La consolidación ininterrumpida de estas experiencias se ve favorecida por las acciones de los glucocorticoides genómicos que inducen un «modo de almacenamiento de la memoria», que suprime los procesos cognitivos en competencia y reduce así la interferencia de material no relacionado. Destacando algunas tendencias actuales en el campo, argumentamos además que el estrés afecta a los procesos de aprendizaje y memoria más allá de la amígdala basolateral y el hipocampo y que el estrés puede preprogramar el rendimiento posterior de la memoria cuando se experimenta durante períodos críticos del desarrollo del cerebro.