Un buen sentido del humor es un signo de salud psicológica

El humor se observa en todas las culturas y en todas las edades. Pero sólo en las últimas décadas la psicología experimental lo ha respetado como un comportamiento humano esencial y fundamental.

Históricamente, los psicólogos enmarcaban el humor de forma negativa, sugiriendo que demostraba superioridad, vulgaridad, conflicto del id freudiano o un mecanismo de defensa para ocultar los verdaderos sentimientos. Desde este punto de vista, un individuo utilizaba el humor para degradar o menospreciar a otros, o para inflar su propia autoestima. Como tal, se trataba como un comportamiento indeseable que debía evitarse. Y los psicólogos tendían a ignorarlo como algo digno de estudio.

Pero la investigación sobre el humor ha salido a la luz recientemente, con el humor visto ahora como una fortaleza del carácter. La psicología positiva, un campo que examina lo que la gente hace bien, señala que el humor puede utilizarse para hacer sentir bien a los demás, para ganar intimidad o para ayudar a amortiguar el estrés. Junto con la gratitud, la esperanza y la espiritualidad, el sentido del humor pertenece al conjunto de fortalezas que los psicólogos positivos denominan trascendencia; juntos nos ayudan a forjar conexiones con el mundo y dan sentido a la vida. La apreciación del humor también se correlaciona con otras fortalezas, como la sabiduría y el amor por el aprendizaje. Y las actividades o ejercicios de humor dan lugar a un aumento de los sentimientos de bienestar emocional y optimismo.

Por todas estas razones, el humor es ahora bienvenido en la corriente principal de la psicología experimental como un comportamiento deseable o una habilidad que los investigadores quieren entender. ¿Cómo comprendemos, apreciamos y producimos el humor?

Lo que se necesita para conseguir un chiste

Comprender y crear el humor requiere una secuencia de operaciones mentales. Los psicólogos cognitivos están a favor de una teoría del humor en tres etapas. Para participar en el chiste, hay que ser capaz de:

  1. Representar mentalmente el montaje del chiste.
  2. Detectar una incongruencia en sus múltiples interpretaciones.
  3. Resolver la incongruencia inhibiendo las interpretaciones literales, no graciosas, y apreciando el significado de la graciosa.
  4. El conocimiento de un individuo se organiza en estructuras de memoria mental llamadas esquemas. Cuando vemos o pensamos en algo, se activa el esquema pertinente, es decir, nuestro conjunto de conocimientos sobre ese tema concreto nos viene inmediatamente a la mente.

    Por ejemplo, cuando vemos vacas en un dibujo animado de Far Side, activamos nuestro esquema bovino (fase uno). Pero cuando nos damos cuenta de que las vacas están dentro del coche mientras los seres humanos están en el pasto pastando, ahora hay dos representaciones mentales en nuestra mente consciente: lo que nuestro esquema preexistente representaba mentalmente sobre las vacas, y lo que imaginamos a partir del dibujo animado (etapa dos). Al inhibir la representación del mundo real (etapa tres), la idea de las vacas atravesando un campo de gente pastando nos parece divertida. «Sé de vacas» se convierte en «Espera, las vacas deberían ser las que están en el campo, no las personas», se convierte en una apreciación del humor en una situación inverosímil.

    La gracia es la experiencia subjetiva que proviene de la resolución de al menos dos esquemas incongruentes. En los chistes verbales, el segundo esquema suele activarse al final, en un remate.

    Eso no es gracioso

    Hay al menos dos razones por las que a veces no entendemos el chiste. En primer lugar, el remate debe crear una representación mental diferente que entre en conflicto con la establecida por el chiste; el timing y las pistas de risa ayudan a señalar al oyente que es posible una representación diferente del remate. En segundo lugar, debe ser capaz de inhibir la representación mental inicial.

    Cuando los chistes perpetúan un estereotipo que consideramos ofensivo (como en los chistes étnicos, racistas o sexistas), podemos negarnos a inhibir la representación ofensiva. La violencia en los dibujos animados es otro ejemplo; en los dibujos animados del Correcaminos, cuando un yunque golpea al coyote, los amantes de los animales pueden ser incapaces de ver el humor.

    Este modelo de incongruencia puede explicar por qué los adultos mayores no comprenden los chistes con tanta frecuencia como los jóvenes. Debido a las disminuciones ligadas al proceso de envejecimiento, los adultos mayores pueden no tener los recursos cognitivos necesarios para crear múltiples representaciones, mantenerlas simultáneamente en su mente para detectar la incongruencia, o inhibir la primera que se activó. Conseguir el chiste depende de la capacidad de la memoria de trabajo y de las funciones de control. Sin embargo, cuando los adultos mayores tienen éxito en sus esfuerzos por hacer estas cosas, suelen mostrar una mayor apreciación del chiste que los adultos más jóvenes, e informan de una mayor satisfacción en la vida que los que no ven el humor.

    Pero puede haber otros aspectos del humor en los que los adultos mayores tienen ventaja. La sabiduría es una forma de razonamiento que aumenta con la edad y está correlacionada con el bienestar subjetivo. El humor está vinculado a la sabiduría: una persona sabia sabe cómo utilizar el humor o cuándo reírse de sí misma.

    Además, la intuición es una forma de toma de decisiones que puede desarrollarse con la pericia y la experiencia que conlleva el envejecimiento. Al igual que el humor, la intuición está disfrutando de un cierto renacimiento dentro de la investigación psicológica ahora que se ha reformulado como una forma importante de razonamiento. La intuición ayuda al humor en la formación de esquemas y en la resolución de incongruencias, y percibimos y apreciamos el humor más a través de las primeras impresiones rápidas que del análisis lógico.

    Viajar en el tiempo

    Es una capacidad exclusivamente humana la de analizar el tiempo, reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro, e imaginar detalles en estas representaciones mentales. Al igual que el humor, la perspectiva temporal es fundamental para la experiencia humana. Nuestra capacidad de disfrutar del humor está ligada a esta capacidad mental de viajar en el tiempo y al bienestar subjetivo.

    Las personas varían mucho en cuanto a la capacidad de detallar sus representaciones mentales del pasado, el presente y el futuro. Por ejemplo, algunas personas pueden tener lo que los psicólogos llaman una perspectiva negativa del pasado: piensan con frecuencia en errores pasados que no tienen nada que ver con el entorno actual, e incluso los reviven con vívido detalle a pesar de que el presente o el futuro sean positivos.

    La perspectiva temporal está relacionada con la sensación de bienestar. Las personas informan de una mayor sensación de bienestar en función de la calidad de los detalles de sus recuerdos pasados o presentes. Cuando los participantes en el estudio se centraron en los detalles del «cómo» -que tienden a suscitar detalles vívidos- se sintieron más satisfechos con la vida que cuando se centraron en el «por qué», que tienden a suscitar ideas abstractas. Por ejemplo, al recordar una relación fallida, los que se centraron en los acontecimientos que condujeron a la ruptura se sintieron más satisfechos que los que se detuvieron en explicaciones causales abstractas relativas al amor y la intimidad.

    Un estudio descubrió que las personas que utilizan el humor de forma positiva tenían perspectivas positivas del tiempo pasado, y las que utilizan el humor autodestructivo tenían perspectivas negativas del tiempo pasado. Este tipo de estudios contribuye a nuestra comprensión de cómo pensamos e interpretamos las interacciones sociales. Estas investigaciones también sugieren que los intentos de utilizar el humor de forma positiva pueden mejorar el tono emocional de los detalles de nuestros pensamientos y, por tanto, nuestro estado de ánimo. Los psicólogos clínicos están utilizando el humor como tratamiento para aumentar el bienestar subjetivo.

    En un trabajo reciente en curso, mis estudiantes y yo analizamos las puntuaciones de los estudiantes universitarios en algunas escalas comunes que los psicólogos utilizan para evaluar el humor, la necesidad de humor -una medida de cómo un individuo produce o busca el humor en su vida diaria- y la perspectiva temporal. Nuestros resultados preliminares sugieren que las personas con altos rasgos de humor tienden a concentrarse en los aspectos positivos de su pasado, presente y futuro. Aquellos que buscan el humor en sus vidas parecen, en nuestra muestra de estudio, centrarse también en los aspectos agradables de sus vidas actuales.

    Aunque nuestra investigación está todavía en la fase inicial, nuestros datos apoyan una conexión entre los procesos cognitivos necesarios para viajar mentalmente en el tiempo y para apreciar el humor. Las investigaciones posteriores sobre las perspectivas temporales podrían ayudar a explicar las diferencias individuales a la hora de detectar y resolver las incongruencias que dan lugar a sentimientos graciosos.

    Aprendiendo a respetar la risa

    Los psicólogos experimentales están reescribiendo el libro sobre el humor a medida que aprendemos su valor en nuestra vida diaria y su relación con otros procesos mentales importantes y fortalezas del carácter. Como dice el chiste, ¿cuántos psicólogos hacen falta para cambiar una bombilla? Sólo uno, pero tiene que querer cambiar.

    Estudiar el humor nos permite investigar procesos teóricos implicados en la memoria, el razonamiento, la perspectiva temporal, la sabiduría, la intuición y el bienestar subjetivo. Y es un comportamiento de interés en sí mismo, ya que trabajamos para describir, explicar, controlar y predecir el humor a través de la edad, los géneros y las culturas.

    Aunque no nos pongamos de acuerdo en lo que es divertido y lo que no, hay más consenso que nunca entre los psicólogos experimentales en que el humor es serio y relevante para la ciencia del comportamiento. And that’s no laughing matter.

    This post originally appeared at The Conversation. Follow @ConversationUS on Twitter.

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