Resumen
Se dice que Luis XV, cuyo reinado precedió a la Revolución Francesa, comentó: «Après moi le déluge»: Después de mí, el diluvio. En la historia de la química podríamos decir: «Después del diluvio, el diluvio»: Tras la revolución química de Lavoisier y la revolución política de Francia, el número de descubrimientos químicos -nuevos elementos y nuevas leyes para describir sus interacciones- aumentó de forma espectacular. La Revolución Francesa supuso un revés para la Academia de Ciencias francesa, pero no frenó el crecimiento de las sociedades científicas en general. En el siglo XIX surgieron en Inglaterra, Francia, Prusia, Suecia, Italia, Rusia, España, México y los nuevos Estados Unidos. La propia Academia Francesa se reorganizó como parte del Instituto de Francia, y pronto recuperó su antigua fuerza. La Revolución Francesa también truncó la carrera de Lavoisier, pero apenas frenó la ciencia francesa. De hecho, la revolución promovió la química de una forma inesperada al impulsar la carrera de un nuevo mecenas de las ciencias: un general del ejército de baja estatura, de modales groseros y malhumorado que hacía trampas a las cartas, Napoleón Bonaparte.