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mujer embarazada haciéndose una revisión

El tercer trimestre será una época especialmente ajetreada para ti y tu bebé. Estarás radiante, dando los últimos retoques a la habitación del bebé y consultando con tu enfermera o médico casi semanalmente para mantener a tu bebé sano y coleando.
En cuanto a las revisiones, exámenes y pruebas médicas, el tercer trimestre es diferente a los dos primeros. Tu bebé está bastante desarrollado. Empieza a tener el aspecto que tendrá en el momento del parto. En esta fase, es menos sensible a las sustancias químicas que provocan defectos de nacimiento que durante los primeros seis meses. Su tamaño también significa que es más fácil comprobar si tiene defectos físicos que antes eran demasiado pequeños para verlos.
Como tu bebé sigue desarrollándose y se ajusta cada vez más al entorno del útero, es bueno que sigas visitando a tu médico o matrona con frecuencia. Su médico establecerá un calendario de visitas para usted, pero es probable que en este momento pueda contar con revisiones semanales.
En estas visitas se incluirá un número cada vez mayor de exámenes pélvicos. Durante el examen pélvico, el médico comprobará sólo dos cosas: la posición del bebé y el estado del cuello uterino. Durante los tres últimos meses del embarazo, la mayoría de los bebés se invierten, con los pies apuntando -y pateando sin cesar- hacia el diafragma y la cabeza apuntando hacia abajo, hacia el cuello uterino. Si su bebé no está invertido, su proveedor de atención médica puede hablar con usted sobre los métodos para conseguir que el bebé se gire, siendo la última opción la planificación de una cesárea para usted.
Asimismo, su cuello uterino comenzará a dilatarse lentamente y a hacerse más delgado durante el último mes de su embarazo para dar paso al parto. Su obstetra/ginecólogo o comadrona hará un seguimiento del adelgazamiento del cuello uterino, que se denomina borramiento, y de su dilatación.
Una prueba que debe esperar durante el tercer trimestre es la del estreptococo del grupo B (EGB). El GBS es una bacteria común que, en su mayoría, es inofensiva en niños y adultos. Su primo, el estreptococo del grupo A, es el que causa la faringitis estreptocócica. Sin embargo, en los fetos en desarrollo, el EGB puede causar una infección grave. Las pruebas para detectar el EGB son relativamente sencillas e implican poco más que un hisopo vaginal para comprobar la presencia de la bacteria.
Si te pasas de la fecha prevista de parto, puedes esperar que te hagan una prueba de no estrés fetal (NST), que implica poco más que ponerte dos cinturones durante una revisión, uno para medir la frecuencia cardíaca de tu bebé y el otro tu ritmo de contracciones.
Tu proveedor puede pedir otras dos pruebas para asegurarse de que tu hijo no tiene problemas físicos antes de nacer. Una de ellas es el perfil biofísico, que combina una PNT y una ecografía. Se utiliza para asegurarse de que el ritmo cardíaco, el movimiento, el tono muscular y la respiración del bebé son normales. El segundo examen es una prueba de detección de glucosa, que comprueba si has desarrollado diabetes gestacional.

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