Y si quieres conocer el calor del aire y la relación entre un día y otro, prepara para ti uno de estos dos instrumentos, comienza el pasaje mostrado a la derecha en un texto hebreo del siglo XVII. Un profesor de filosofía de la Universidad de Arkansas, Jacob Adler, descubrió que esta descripción de un termómetro de líquido en vidrio es anterior a los primeros conocidos en al menos 20 años. El termómetro es esencialmente el mismo que se utiliza hoy en día, salvo que se llenaba de brandy en lugar de mercurio. La ilustración procede del libro Ma’yan Ganim (Una fuente de jardines), publicado en 1629 y escrito por el médico y rabino Joseph Solomon Delmedigo. Los dos grabados junto al texto hebreo muestran un termómetro de aire -un tubo abierto parcialmente lleno de agua o alcohol- y un termómetro de líquido sellado, casi a la derecha. El termómetro de aire ya era bien conocido en la época, pero los historiadores habían atribuido el termómetro de líquido a Fernando II, Gran Duque de Toscana, en 1654. La letra pequeña a la derecha del termómetro de líquido dice oleh, ascendente, la dirección del aguardiente cuando el bulbo se calienta. Delmedigo no afirma haber inventado el aparato, dice Adler. De hecho, parece haber sido más un periodista que un científico. En una época en la que no se conocían las revistas científicas, difundió las noticias de los descubrimientos por toda Europa a través de sus numerosas cartas a contemporáneos tan eminentes como el astrónomo Johannes Kepler. Adler sospecha que Galileo, o quizá un médico llamado Santorio Santorio, inventó el aparato. Ambos enseñaron en la Universidad de Padua, donde Delmedigo estudió medicina. Adler se topó con el texto de Delmedigo mientras trabajaba en un libro sobre el filósofo Benedicto de Spinoza, que al parecer poseía un ejemplar de Ma’yan Ganim. La mayoría de las personas que se dedican a la historia de la ciencia no leen hebreo y no pensarían en un libro judío para encontrar la primera publicación de algo de este tipo, dice Adler. Incluso después de que Isak Heilbronn tradujera partes del Ma’yan Ganim al inglés en 1913, los historiadores siguieron pasando por alto el termómetro de Delmedigo porque una traducción errónea sugería que el instrumento tenía la parte superior abierta, lo que lo convertía en un instrumento impreciso y poco práctico que necesitaba frecuentes recargas para sustituir el alcohol evaporado. En realidad, el termómetro de Delmedigo era lo suficientemente preciso, dice Adler, como para poder medir el cambio de temperatura de un día a otro.