La historia menos conocida de «Jingle Bells» – Clásica KUSC


James Lord Pierpont

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Hay cosas que son ciertas en la vida. Los impuestos vencen el 15 de abril. Ir a Tráfico nunca es un buen momento. Y en Navidad, siempre escucharás «Jingle Bells». La primera canción navideña que aprendiste a cantar en el colegio. Cantada por los villancicos (y los gatos) de todo el mundo. La melodía navideña favorita del Joker, porque se escapa. La conoces tan bien como «Happy Birthday» – quizás mejor. Pero, ¿cuánto sabes de «Jingle Bells»?

La leyenda dice que la canción debutó en 1850 en Medford, Massachusetts, compuesta por James Lord Pierpont. Pierpont era un nativo de la ciudad y quería escribir algo para conmemorar las carreras anuales de trineos de la ciudad en torno al Día de Acción de Gracias. Los historiadores han puesto en duda esa fecha, ya que consta que para entonces Pierpont se había trasladado a Savannah (Georgia). Sin embargo, hay una placa en la plaza del pueblo de Medford que saluda el logro de Pierpont como compositor.

Publicó la canción en 1857 bajo el título «One Horse Open Sleigh». Tenía tres estrofas además de la que solemos cantar hoy en día y detalla a una joven pareja que sale a cabalgar y vuelca su trineo en un montón de nieve. A medida que aumentaba su popularidad, la canción pasó a conocerse simplemente como «Jingle Bells», en referencia al alegre estribillo.

Se grabó por primera vez en 1889 en un cilindro Edison. Aunque esa grabación ya no existe, la segunda, de 1898, aún puede encontrarse en Internet.

Desde entonces, artistas como Bing Crosby y las Andrews Sisters, Ella Fitzgerald, Benny Goodman, (y más recientemente Gwen Stefani y Lauren Daigle) han puesto su firma en la omnipresente melodía. En 1965, «Jingle Bells» se convirtió en la primera canción emitida desde el espacio cuando los astronautas a bordo del Gemini 6 decidieron gastar una broma al control de la misión e interpretaron la canción con una armónica y cascabeles reales que habían llevado de contrabando a bordo.

Es una canción con un pasado colorido y lleno de historia. Así que la próxima vez que los cantantes de villancicos lleguen a tu puerta, no hace falta que pongas los ojos en blanco cuando estallen con «Jingle Bells». De hecho, pídeles una segunda estrofa.

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