¿Quién inventó los pañuelos Kleenex? Debe ser rico, porque en nuestra casa los gastamos como locos cada invierno.
A la invención del pañuelo desechable llamado Kleenex no se le atribuye a ninguna persona. Más bien, es un subproducto del esfuerzo de Kimberly-Clark en tiempos de guerra para encontrar un sustituto del algodón. Ahora hay muchas otras marcas de pañuelos, pero todo empezó con Kleenex y la historia es bastante interesante. Es un resultado directo de las necesidades del campo de batalla de la Primera Guerra Mundial.
Con la escasez de algodón en 1914, se necesitaba urgentemente un sustituto para los vendajes quirúrgicos utilizados en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial y en los hospitales. La empresa Kimberly-Clark desarrolló una guata muy absorbente similar al algodón llamada Cellucotton. El Cellucotton sustituyó a las vendas de algodón y se utilizó en los filtros de aire de las máscaras de gas.
Después de la guerra, los enormes excedentes de Cellucotton abarrotaban los almacenes, y Kimberly-Clark empezó a buscar un uso para el producto en tiempos de paz.
El primer producto derivado de la posguerra fue un producto glamuroso: un pañuelo de papel de crema fría. Llamado Kleenex Kerchief y anunciado como «Sanitary Cold Cream Remover», fue utilizado por las estrellas de Hollywood y Broadway para eliminar el maquillaje. Con la ayuda de los avales de los famosos, las ventas aumentaron de forma constante y el producto se mantuvo sin cambios. Pero entonces las mujeres empezaron a escribir a la empresa quejándose de que sus maridos se sonaban la nariz con pañuelos de crema fría.
Más o menos al mismo tiempo, un inventor de Chicago ideó una caja de pañuelos desplegable. A principios de los años 20, Kimberly-Clark decidió colocar sus pañuelos en estas cajas. Ahora, el producto ganó aún más adeptos para sonarse la nariz, ya que proporcionaba una forma rápida y fácilmente accesible de contener los estornudos repentinos.
La demanda de los consumidores convenció a la empresa para que pasara de comercializar un pañuelo para el resfriado a vender uno para sonarse la nariz, y así nacieron los Kleenex que «se gastan como locos».
De «Los extraordinarios orígenes de las cosas cotidianas de Panati»
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