Machu Picchu es una verdadera joya arquitectónica. La belleza y el misterio de sus palacios de piedra se ven realzados por la magnífica geografía, casi virgen y abrupta, coloreada de verde por la exuberante flora de la selva.
Las construcciones fueron edificadas armoniosamente en la estrecha y accidentada superficie de un acantilado rodeado por los precipicios del imponente cañón del Urubamba, donde 400 metros más abajo ruge y serpentea el río.
Machu Picchu se encuentra a 2.400 msnm, en la cima de una meseta situada entre dos picos. De estos dos, el más pequeño, el Huayna Picchu Es el que define la topografía del sitio.
Con el paso de los siglos el nombre original de estas ruinas cayó en el olvido. De hecho, Machu Picchu es sólo una denominación topográfica que significa «Montaña Vieja» , mientras que el Huayna Picchu significa «Montaña Joven». En este caso la traducción debe guardar una correlación con el concepto de volumen para significar «cumbre mayor» y «cumbre espejo» respectivamente.
Desde su descubrimiento en 1911, Machu Picchu ha sido un verdadero e insoluble enigma arqueológico. Incluso hoy en día los estudiosos están intrigados por su historia y función, y es posible que estos misterios nunca sean totalmente desvelados.
El descubrimiento
Hiram Bingham, un erudito norteamericano que lideraba una expedición de la Universidad de Yale, descubrió Machu Picchu el 24 de julio de 1911. Sin embargo, en ese momento, Hiram Bingham estaba centrado principalmente en encontrar Vilcabamba, la legendaria capital de los descendientes de los incas, y bastión de la resistencia contra los españoles desde 1936 hasta 1572.
Mientras exploraba el cañón del Urubamba, Bingham llegó a Mandorbamba, un pueblo desolado donde Melchor Arteaga, un agricultor local, le dijo que había muchas ruinas en la montaña Machu Picchu. Sin embargo, llegar a ellas suponía subir una cuesta cubierta de espesa vegetación. Aunque escéptico -conocía muy bien todos los mitos sobre las ciudades perdidas- Bingham insistió en ser guiado hasta el lugar. Una vez que llegaron a la cima, uno de los hijos de las dos familias que vivían allí le condujo al lugar, donde Bingham confirmó los mitos al ver muchas construcciones arqueológicas cubiertas por un manto verde de vegetación tropical, y en un evidente estado de abandono. Mientras inspeccionaba las ruinas, un asombrado Bingham escribió en su diario «¿Alguien podría creer lo que he encontrado…?»
Después de este trascendental hallazgo, Bingham regresó al lugar en 1912 y en los años siguientes (1914 y 1915), muchos exploradores realizaron mapas y exploraron en detalle tanto el sitio como sus alrededores.
Sus excavaciones, aunque no muy ortodoxas, en diferentes lugares de Machu Picchu les permitieron reunir 555 vasijas, cerca de 220 objetos de bronce, cobre y plata. La cerámica encontrada muestra finas expresiones del arte incaico; lo mismo ocurre con los objetos de metal encontrados: brazaletes, aretes, broches decorados y cuchillos y hachas. Aunque no se encontró oro, el material identificado por Bingham fue suficiente para inferir que Machu Picchu data de la época de esplendor inca, algo que ya se evidenciaba por su estilo arquitectónico.
Bingham también reconoció otros sitios arqueológicos importantes en los alrededores. Entre ellos, Sayacmarca, Phuyupatamarca, la fortaleza de Vitcos, e importantes porciones del camino inca, todos ellos magníficos ejemplos de la arquitectura inca.
Tanto los restos encontrados como las investigaciones arquitectónicas llevan a relevar que la Ciudadela de Machu Picchu fue erigida hacia finales del siglo XV y principios del XVI, durante la época inca. Sin embargo, el sitio fue habitado después de la invasión española, por lo menos durante el siglo XVI. Con el tiempo, Machu Picchu fue olvidada o solo recordada en la bruma de la leyenda, hasta su cientificacion. Tras su descubrimiento se convirtió en el símbolo de nuestra nación, y en el mayor patrimonio heredado de nuestros antepasados.
Explorando la ciudadela
Situado a 120 km al noroeste de Cusco en el valle del río Urubamba (nombre que recibe Machu Picchu constituye uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo, y el principal destino turístico de Perú. Pocas cosas hechas por el hombre mantienen tanta armonía con su entorno natural y con los grupos arqueológicos adyacentes.
Los sitios arqueológicos están estratégicamente ubicados en la cima de la montaña Machu Picchu (nombre quechua de «montaña vieja o mayor») que da nombre a la ciudadela y al espectacular escenario que todos hemos visto en fotografías. Frente a esta montaña en el Huayna Picchu (montaña joven) donde también es posible encontrar restos arqueológicos en su cima. Ambos picos están rodeados por el caudaloso río Urubamba, que corre hacia el este a través del cañón casi media milla por debajo de la ciudadela.
En Machu Picchu es posible distinguir dos zonas diferentes: la zona agrícola que contiene una vasta red de terrazas, la zona urbana, dividida en una zona sagrada (templos, monumentos, cámaras funerarias) y la zona civil (habitaciones, recintos diversos y almacenes).
Las construcciones encontradas en Machu Picchu dan testimonio de las sorprendentes habilidades y técnicas utilizadas para trabajar la roca. Los estudios realizados demuestran que se construyó como un complejo de forma simultánea e ininterrumpida. Entre los recintos arquitectónicos más interesantes se encuentran la llamada Tumba Real, ubicada cerca de la entrada de la Ciudadela, el templo del Sol, la Torre (la única estructurada con forma circular), la Mansión Sacerdotal, el Templo de las Tres Ventanas, el Templo Catedral, la Plaza y las fuentes y canales que forman los «Baños del Inca». Los canales hidráulicos y las escaleras, hechos completamente de roca, son otros elementos característicos de la ciudadela. Por último, también es posible encontrar monolitos de gran importancia ritual, entre los que destaca el Intihuatana («donde se amarra el sol»), el espacio más sagrado de los sitios.