No se puede envidiar a un actor el superéxito; es lo que todos anhelan, aunque sólo sea para permitirse el lujo de elegir los guiones que quieren. Pero, sin embargo, es una pena que Leonardo DiCaprio no haya vuelto a ser el mismo desde «Titanic». En tres de sus anteriores películas – «¿Qué se come Gilbert Grape?» «Los diarios del baloncesto» y ésta, tenía una promesa que no se veía desde James Dean, a quien la mala suerte impidió ir más allá de su propia promesa temprana.
DiCaprio está excelente aquí como un hijastro adolescente frustrado del padrastro mezquino y celoso de DeNiro. (Ellen Barkin se mantiene entre ellos, pero ¡qué rápido pasó de novia adolescente en «Diner» a protagonista romántica en «The Big Easy» a madre de un adolescente en «This Boy’s Life»! Hollywood devora a las actrices). Uno se olvida de lo impotentes que son los niños ante los padres que los mantienen alimentados. Vean a DiCaprio intentando jugar al baloncesto en el instituto con cordobas resbaladizas porque DeNiro no le compra zapatillas. Mira su frustración al enterarse de que DeNiro ha cambiado su rifle por un perro que no quiere. Mira su rebeldía al escaparse en el coche de DeNiro, cantando en la radio del coche (hombre, eso me trae recuerdos) y más tarde sus intentos de ser guay con sus colegas. fumando cigarrillos y luciendo un corte de pelo DA como ellos. Obsérvalo de hecho en todo momento.
Pero por todo eso, no es ni un ápice mejor que DeNiro en esta película. En primer lugar, DeNiro ha adoptado un acento muy alejado de sus papeles de gángster, con vocales planas y un quejumbroso acento. Y no es un personaje totalmente antipático, sólo un matón de poca monta con gusto por Perry Como. Una escena final en la que desafía a DiCaprio con un tarro de mostaza no del todo vacío capta perfectamente su pequeñez. Y si no habíamos adivinado ya que DeNiro es un hombre sumamente decepcionado, queda claro cuando DiCaprio finalmente consigue una beca de estudios y se va, su madre también. «¿Qué hay de mí?» grita DeNiro a sus espaldas. «¿Cuándo me toca a mí?»
Un par de defectos: Nunca queda muy clara la relación entre DeNiro y sus dos hijas de su primer matrimonio. No se desarrollan en absoluto. Y además, hay una breve e innecesaria escena de sexo entre DeNiro y Barkin que muestra su pequeña perversión. Esta escena no aparece en las memorias de Wolff y no debería estar aquí.
Ah, Leo, ya sabíamos cuando.