El alca grande era un ave encantadora, parecida a un pingüino, que nadaba por las aguas y se paseaba por las costas del Atlántico Norte. A mediados del siglo XIX, los humanos habían llevado a la especie a la extinción, y las aves dejaron un agujero en forma de alca en los ecosistemas locales. Ahora, un equipo de científicos espera recuperarlos.
Las colonias de cría de alcas grandes salpicaban las costas de Canadá, Gran Bretaña y muchas islas entre ellas. Por desgracia para las aves, sus plumas, su carne, su grasa y su aceite las convertían en objetivos tentadores para los cazadores humanos. La última vez que se vio una gran alca viva fue en 1852; hoy en día, sólo quedan huesos, especímenes conservados y viejas historias.
Esos huesos y especímenes son de gran interés para los investigadores de una organización sin ánimo de lucro llamada Revive & Restore, que tiene como objetivo la «desextinción» del gran alca.
No funciona como en Parque Jurásico; sin células vivas intactas, una especie extinta no puede ser clonada. Pero los científicos de la organización esperan utilizar el ADN de la gran alca para editar el genoma de un pariente vivo cercano, el alca. Si funciona, podrían criar estas alcas modificadas en una nueva especie muy parecida a las alcas perdidas.
La empresa también está muy interesada en las especies extinguidas, y hay pocas candidatas a la desextinción más famosas que la paloma pasajera. Antes de ser eliminadas por la caza, estas aves sobrevolaban los paisajes norteamericanos en miles de millones, las bandadas eran tan grandes que oscurecían los cielos. Cuando estas vastas bandadas descendían sobre los bosques, los perturbaban de forma muy parecida a como lo hace un incendio forestal, eliminando el estancamiento y dejando espacio para un nuevo crecimiento. Revive & Restore, junto con otros equipos de desextinción, espera devolver a la paloma su lugar de importancia en esos entornos.
El plan para las alcas es similar. Si se pueden recrear, las aves serán reintroducidas en las islas Farne, una zona protegida que actualmente alberga a los primos de las alcas, los alcaudones, así como a los frailecillos atlánticos, otra especie amenazada por la actividad humana.
El regreso de las alcas, argumenta el equipo de desextinción, podría restaurar parte de la biodiversidad perdida en el Atlántico Norte, y quizás aliviar algunos de nuestros propios sentimientos de culpa por haberlas matado en primer lugar.
«Es una de las pocas aves no voladoras del hemisferio norte y, obviamente, desempeñaba un papel muy importante en el ecosistema del Atlántico Norte», explica a The Telegraph el periodista Matt Ridley, que participa en el proyecto. «Sería bastante maravilloso sentir que podemos traerlo de vuelta».
El campo de la desextinción es nuevo – y controvertido. Sus defensores dicen que los avances en la tecnología genética podrían permitirnos traer de vuelta especies cruciales a ecosistemas en dificultades, y deshacer parte del daño que hemos causado a la naturaleza. Pero a muchos críticos les preocupa que la capacidad de resucitar especies extinguidas fomente una actitud aún más frívola hacia el medio ambiente y, sobre todo, que los esfuerzos de conservación deban centrarse en las especies aún vivas.